Actualmente, vivimos la mayor crisis climática de la civilización, lo que ha llevado al mundo entero a sorprenderse con los cambios acelerados que experimenta nuestro planeta, los cuales terminan afectando la vida cotidiana de toda la humanidad.
En este contexto, entre el 2 y 13 de diciembre se realizará la vigesimoquinta versión de la Conferencia de las Partes de Cambio Climático (COP25) en Chile. Esta instancia reúne a todos los gobiernos que ratificaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en 1994, cuyo objetivo es lograr el compromiso de los Estados firmantes (o partes) para alcanzar la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en la estabilidad climática del planeta.
En este evento de alcance mundial, las partes (representantes gubernamentales) negocian los nuevos acuerdos intergubernamentales que deberían tender a aumentar la ambición climática de los países para reducir el impacto humano en el planeta. Sin embargo, estos acuerdos no serían tan ambiciosos si la sociedad civil no presionara para que los compromisos de generar políticas públicas que reduzcan las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) sean más responsables. Este es el rol que organizaciones como Fundación Terram y otras deben cumplir en el marco de la COP25.
En cuanto a las negociaciones de cambio climático, la COP25 busca concretar planes concretos y realistas para mejorar las ambiciones de las contribuciones nacionales para 2020, siguiendo la directriz de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero un 45 % en los próximos diez años y a cero para 2050, en el marco del Acuerdo de París.