"Del optimismo a la decepción" es el título del Balance Ambiental 2019 de Fundación Terram, el cual fue publicado el 27 de diciembre por la fundación. A continuación, encontrarás el capítulo de análisis de la COP25 y los factores que la llevaron a constituirse como "un fracaso".
Para el 2019, desde Fundación Terram nos propusimos participar en los diversos espacios que se establecieran con motivo de la realización de la COP25 en Chile, ya que, por nuestra trayectoria en el trabajo en cambio climático, sabíamos que sería un año intenso. Además, estábamos convencidas y convencidos que el ser sede de la COP nos exigía mucha responsabilidad como país, pero también como organización de la sociedad civil. Por ello, nos planteamos capacitar y entregar información, así como participar de los espacios que abriera el Gobierno para tales efectos. Con esos objetivos, elaboramos material de difusión para que cualquier persona interesada pudiera entender qué es el cambio climático; además, realizamos informes técnicos, exposiciones y talleres sobre las negociaciones internacionales y el rol que debería jugar Chile como presidencia de la COP; también estuvimos presentes en distintas actividades relacionadas con esta temática. Junto con ello, integramos el Consejo Asesor Presidencial de la COP25, desarrollamos un trabajo más activo en la Red de Acción Climática (CAN-LA) y, como organización no gubernamental, nos sumamos a la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC). Así también, junto a otras organizaciones, reactivamos el trabajo de la Mesa Ciudadana de Cambio Climático (MCCC), un espacio político técnico creado en el año 2014 con miras a la COP20 realizada en Lima, Perú, previa a la suscripción del Acuerdo de París. Desde la MCCC nos planteamos objetivos y tareas a desarrollar durante el 2019, entre las que estuvo realizar observaciones al anteproyecto de Ley de Cambio Climático, elaborar un documento sobre el contenido que debería tener la actualización de la Contribución Nacional Determinada (NDC) de Chile y, a la vez, efectuar observaciones a la consulta pública sobre la propuesta de actualización de NDC que hiciera el Gobierno y, por último, elaborar un documento sobre Derechos Humanos y Cambio Climático.
¿Qué pasó en el camino?
En abril, en La Moneda, el Presidente Piñera junto a la ministra Carolina Schmidt lanzaron la COP25 y, en su discurso, el Presidente señaló: “Queremos que esta Cumbre sea una oportunidad para que Chile pueda mostrar y fortalecer el liderazgo internacional que se requiere para construir los acuerdos que el mundo necesita, y para avanzar hacia metas mucho más ambiciosas, que las que se comprometieron en la COP de París, y con mecanismos que las hagan más exigibles que los que se crearon en la COP de París”.
En su alocución, Piñera dijo que querían incorporar dos temas: la protección de la Antártica y el cuidado de los océanos. También, indicó un conjunto de temas que serían parte de una agenda de trabajo nacional con miras a la COP25, como la descarbonización, la eficiencia energética, la electromovilidad, la Ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, el Servicio Nacional Forestal, solo por nombrar algunos.
En el ámbito nacional, durante el mes de abril comenzó a sesionar el Consejo Asesor Presidencial COP25, cuyo propósito era realizar observaciones y propuestas a los lineamientos de trabajo sobre la acción climática a nivel nacional e internacional presentada por el Gobierno. También, en el mismo mes, se conformó el Comité Científico coordinado por Maisa Rojas, el que se organizó en siete mesas temáticas, dos de ellas transversales (adaptación y mitigación) y cinco sectoriales (agua, biodiversidad, ciudades, criósfera y océanos). El mandato para el Comité Científico, fue identificar la evidencia científica y entregar recomendaciones que puedan apoyar el diseño de políticas públicas en cada una de las siete áreas temáticas abordadas. Durante la COP25 celebrada en Madrid, el Comité Científico hizo entrega al ministro de Ciencia un resumen de los informes en que trabajaron, denominado “Informes de mesas científicas: resumen para tomadores de decisiones”.
En el ámbito de la sociedad civil, desde el Gobierno y, particularmente, el MMA se convocó a varias reuniones a las organizaciones, con el propósito de entregar información sobre lo que sería la COP en Chile, cuáles serían los espacios de participación, pero también para recoger información sobre cuáles eran las preocupaciones y demandas de este sector. Este trabajo quedó completamente truncado tras el estallido social y el cambio de sede de la COP25 desde Santiago a Madrid.
Por otra parte, y con el propósito de organizar la cumbre paralela, un grupo de organizaciones nacionales y locales conformaron la plataforma SCAC. Estas organizaciones trabajaron durante el año preparando lo que sería la Cumbre Social por la Acción Climática, la que se desarrolló en Santiago de forma paralela a la COP25 de Madrid. Un hito importante de esta reunión fue el lanzamiento Manifiesto Latinoamericano por el Clima, que fue elaborado en conjunto con organizaciones de la región y en el cual se realizaron diversas demandas ambientales.
Entre enero y mayo, el Gobierno convocó a talleres y reuniones con el propósito de recibir insumos para la elaboración del ante-proyecto de la Ley Marco de Cambio Climático. Luego, entre el 18 de junio y el 31 de julio, estuvo en consulta pública un borrador de la ley y, según lo señalado por el propio Gobierno, recibió más de 3.000 observaciones. En términos generales, desde la MCCC planteamos que es necesario destacar el sentido de urgencia que requiere la acción climática y la vulnerabilidad de Chile a los efectos del cambio climático; que las acciones de adaptación y mitigación que contempla la ley deben comprometerse en forma explícita con el respeto a los derechos humanos; que deben ser incorporadas medidas de restauración, regeneración y protección de la biodiversidad; que debe incorporar conceptos como transición justa y acciones a nivel local, pero, por sobre todas las cosas, que esta iniciativa legal debe contar con un presupuesto adecuado para su implementación. Durante la COP25, la ministra Schmidt anunció que el proyecto de Ley ingresaría al parlamento el 18 de diciembre, pero desde el MMA informaron que se retrasó su envío al Congreso Nacional para la primera quincena de enero de 2020.
También en el marco de la COP 25, inicialmente el gobierno anunció que Chile presentaría la actualización de su Contribución Nacional Determinada (NDC) en diciembre de 2019, pero luego señaló que haría la entrega a fines de marzo de 2020 ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Para la actualización de la NDC, desde 2018 se venía realizando un trabajo coordinado al interior del sector público, el cual, durante 2019, sumaría la información que proporcionaría el Comité Científico COP25. La actualización estuvo en consulta pública desde el 16 de octubre hasta el 2 de diciembre y aún no se conoce la cantidad de observaciones recibidas, ni tampoco los detalles de cómo continuará el proceso. Desde la MCCC, elaboramos un documento de trabajo, previo a conocer la propuesta de NDC presentada por el Gobierno y, además, realizamos observaciones específicas a la propuesta del Ejecutivo. En términos generales, podemos señalar que, pese a que esta NDC es mucho más ambiciosa que la presentada el 2015, no sigue las recomendaciones de la ciencia. Esto quiere decir: limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C hacia fines de siglo. En lo que se refiere a mitigación, la propuesta de Gobierno utiliza un presupuesto de carbono para Chile que nos sitúa en los 2°C hacia fines de siglo, lo cual es menos exigente y ambicioso que lo que se había planteado en un inicio.
Por otra parte, y con el propósito de organizar la cumbre paralela, un grupo de organizaciones nacionales y locales conformaron la plataforma SCAC. Estas organizaciones trabajaron durante el año preparando lo que sería la Cumbre Social por la Acción Climática, la que se desarrolló en Santiago de forma paralela a la COP25 de Madrid. Un hito importante de esta reunión fue el lanzamiento Manifiesto Latinoamericano por el Clima, que fue elaborado en conjunto con organizaciones de la región y en el cual se realizaron diversas demandas ambientales.
Ámbito internacional
La COP24 realizada en Katowice, Polonia, significó un leve avance en materia climática, pero importantes temas quedaron pendientes, pues hubo poco desarrollo de los temas de género, indígenas, finanzas y en el Artículo 6 del Libro de Reglas del Acuerdo de París, que tiene que ver con mercados de carbono. Es por esto que desde que Chile fue nominado a ser sede de la COP25, se sabía que el éxito o fracaso de esta reunión estaría relacionado con el logro de los acuerdos en dicho artículo.
Pero en el camino hacia la COP25, se realizaron importantes encuentros internacionales, todos con el propósito de relevar la urgencia por la acción climática y aumentar el compromiso por mayor ambición.
Entre el 17 y 27 de junio en Bonn, Alemania, se realizó la reunión intersesional SB50 de la CMNUCC. En ella, los gobiernos discutieron el Artículo 6 del Acuerdo de París, que ayudaría a los países a cumplir una parte de sus objetivos nacionales de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante el uso de los llamados “mecanismos de mercado”. Dicho artículo, es una de las pocas cuestiones que quedaron sin resolver el año 2018, tras la adopción de la mayor parte de las directrices del Acuerdo de París.
Tanto en esta reunión como en la que celebró pocos días después en Abu Dabhi (preparatoria a la Cumbre sobre Acción Climática que se realizó en septiembre en Nueva York), el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y la secretaria ejecutiva de CMNUCC, Patricia Espinosa, hicieron un fuerte llamado a los líderes mundiales a comprometerse con más acción climática. Guterres señaló que en todo el mundo las personas están perdiendo sus hogares y se ven obligadas a migrar y que la situación “solo empeorará, a menos que actuemos ahora con ambición y urgencia”.
A estas reuniones le siguió la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Salvador de Bahía, Brasil, entre el 19 y 23 de agosto. Esta fue organizada por CAF- Banco de Desarrollo de América Latina y contó con la presencia de autoridades regionales, incluida la ministra Schmidt, cuyo propósito era abordar desafíos y oportunidades para la región en un escenario de cambio climático.
Luego, el 23 septiembre, se realizó en Nueva York la Cumbre de Acción Climática (Climate Action Summit) convocada por el secretario general de Naciones Unidas. Esta tuvo como propósito hacer un llamado político a los líderes mundiales para que acudieran a la cita con planes concretos y realistas para actualizar sus contribuciones al 2020, siguiendo la directriz de reducir en un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030 y lograr la carbono neutralidad al 2050. Para acelerar las medidas y el cumplimiento del Acuerdo de París, la cumbre se organizó en nueve áreas de acción lideradas por 19 países. Estas fueron: mitigación; impulsores sociales y políticos; movilización pública y de la juventud; transición energética; transición industrial; infraestructura, actuación local y en ciudades; medidas basadas en la naturaleza; resiliencia y adaptación; financiamiento climático y fijación de precios del carbono. Este fue un evento de carácter más bien político y que no forma parte de las negociaciones en el marco de la CMNUCC.
Entre el 8 y 10 de octubre se llevó a cabo, en San José de Costa Rica, la Pre-COP, instancia destinada a fomentar el diálogo político y preparar el camino hacia las negociaciones que se efectuaron durante la COP25. En esta ocasión, el país anfitrión realizó importantes esfuerzos para promover la acción climática y una mayor ambición. En las conferencias de esos días, se abordaron temas relacionados con NDCs, estrategias de largo plazo, movilidad sostenible, soluciones basadas en naturaleza, océanos, género, derechos humanos, financiamiento, entre otros. Al encuentro asistieron delegaciones de países, así como representantes de la sociedad civil, gobiernos locales y representantes del sector privado.
COP25: de Santiago a Madrid
Luego del estallido social que se inició el 18 de octubre y que derivó en cientos de movilizaciones sociales en todo el país, el 30 de octubre, el Gobierno anunció que Chile no sería sede de la COP25. Un día después de este aviso, informó que la COP25 se llevaría a cabo en Madrid y que Chile continuaría teniendo la presidencia. Así, comenzó a complicarse lo que hasta entonces había sido un camino difícil, si se considera el poco tiempo de preparación que había tenido nuestro país para organizar esta reunión, a lo que se sumaba la poca experiencia y conocimiento de la ministra Schmidt en la materia. Durante los meses previos a este anuncio, fuimos testigos del compromiso, pero también de la precariedad e improvisación con que trabajaban los funcionarios ministeriales que pasaron a formar parte del equipo COP25. Muchas eran, hasta entonces, las dudas sobre si Chile estaría a la altura de organizar un evento de esta magnitud, pero en octubre todo cambió y la COP se canceló en Chile.
De los resultados no hay mucho que decir, la prensa ha estado inundada de análisis que dan cuenta del fracaso de esta reunión en términos de las negociaciones climáticas. Desde un comienzo estuvo claro que la vara de éxito o fracaso con que se mediría la presidencia de Chile en la COP25, estaba relacionada con el logro de los compromisos necesarios para comenzar la implementación del Acuerdo de París y, en particular, lo que se esperaba era cerrar las negociaciones sobre los mercados de carbono del Artículo 6. Sin duda, esta no era una tarea fácil, pues ya en la COP24, Brasil había jugado su rol bloqueando las negociaciones y posibles acuerdos, escenario que se repitió durante la COP25. Además, la presidencia de la COP fracasó en lograr comprometer a los países con metas voluntarias más ambiciosas a partir del 2020, menos del 50% de los países se comprometieron y, lo que es peor aún, entre estos no figuran los grandes emisores como India, China, Rusia, EE.UU., Japón, Australia y Brasil, responsables del 65% de las emisiones mundiales.
Desde el viernes 13 de diciembre, día en que se debía cerrar la COP, comenzaron fuertes críticas hacia la presidencia, pues lo textos preparados por esta fueron catalogados como un retroceso y duramente criticados, y lo mismo ocurrió al día siguiente con los nuevos textos presentados. Fue entonces cuando la ministra de Transición Ecológica de España, Teresa Ribera, salió en ayuda de la presidencia y en 6 horas logró generar los acuerdos que quedaron plasmados en el documento “Chile-Madrid, Tiempo para la Acción”.
Luego de esto, aumentó la reprobación hacia Chile y, frente a este fracaso, desde distintos países y sectores se multiplicaron los reclamos sobre una mayor ambición y acción climática, como también la incorporación de temas de derechos humanos y de lo que destaca la ciencia. Desde Latinoamérica y el Caribe han surgido juicios a la presidencia de la COP, por marginar a los países de la región de algunas negociaciones. Si hay algo que se puede decir desde la sociedad civil, es que esta cumbre de cambio climático no representó a la región latinoamericana como se esperaba, tampoco fue por más ambición y por tanto no estuvo a la altura de la emergencia climática que enfrentamos como planeta.
INFORMES IPCC 2019
Los nuevos informes del IPCC sobre Tierras, y Océanos y Criósfera, dados a conocer en agosto y septiembre de este año, respectivamente, revelan conclusiones alarmantes. Las evidencias y proyecciones científicas dan cuenta de las graves consecuencias a las que el planeta se verá enfrentado si el escenario actual no se revierte.
Los océanos se calientan y acidifican, los glaciares y capas de hielo se derriten y el nivel del mar aumenta, todo a un ritmo sin precedentes, necesitándose cambios drásticos que limiten el aumento de la temperatura a nivel global. Según el informe, se debe reducir la presión sobre los océanos y regiones congeladas a través de la protección, restauración, y gestión sostenible de los recursos. Por su parte, las tierras y los suelos se encuentran bajo una presión creciente del ser humano que el cambio climático acentúa. Según el informe, el uso más sostenible de la tierra, la reducción del consumo excesivo y el desperdicio de alimentos, la eliminación de la tala y la quema de bosques, la prevención de la recolección excesiva de leña y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero encierran un verdadero potencial, que contribuirá a resolver las cuestiones del cambio climático relacionadas con la tierra.
Para el 2019, desde Fundación Terram nos propusimos participar en los diversos espacios que se establecieran con motivo de la realización de la COP25 en Chile, ya que, por nuestra trayectoria en el trabajo en cambio climático, sabíamos que sería un año intenso. Además, estábamos convencidas y convencidos que el ser sede de la COP nos exigía mucha responsabilidad como país, pero también como organización de la sociedad civil. Por ello, nos planteamos capacitar y entregar información, así como participar de los espacios que abriera el Gobierno para tales efectos. Con esos objetivos, elaboramos material de difusión para que cualquier persona interesada pudiera entender qué es el cambio climático; además, realizamos informes técnicos, exposiciones y talleres sobre las negociaciones internacionales y el rol que debería jugar Chile como presidencia de la COP; también estuvimos presentes en distintas actividades relacionadas con esta temática. Junto con ello, integramos el Consejo Asesor Presidencial de la COP25, desarrollamos un trabajo más activo en la Red de Acción Climática (CAN-LA) y, como organización no gubernamental, nos sumamos a la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC). Así también, junto a otras organizaciones, reactivamos el trabajo de la Mesa Ciudadana de Cambio Climático (MCCC), un espacio político técnico creado en el año 2014 con miras a la COP20 realizada en Lima, Perú, previa a la suscripción del Acuerdo de París. Desde la MCCC nos planteamos objetivos y tareas a desarrollar durante el 2019, entre las que estuvo realizar observaciones al anteproyecto de Ley de Cambio Climático, elaborar un documento sobre el contenido que debería tener la actualización de la Contribución Nacional Determinada (NDC) de Chile y, a la vez, efectuar observaciones a la consulta pública sobre la propuesta de actualización de NDC que hiciera el Gobierno y, por último, elaborar un documento sobre Derechos Humanos y Cambio Climático.
¿Qué pasó en el camino?
En abril, en La Moneda, el Presidente Piñera junto a la ministra Carolina Schmidt lanzaron la COP25 y, en su discurso, el Presidente señaló: “Queremos que esta Cumbre sea una oportunidad para que Chile pueda mostrar y fortalecer el liderazgo internacional que se requiere para construir los acuerdos que el mundo necesita, y para avanzar hacia metas mucho más ambiciosas, que las que se comprometieron en la COP de París, y con mecanismos que las hagan más exigibles que los que se crearon en la COP de París”.
En su alocución, Piñera dijo que querían incorporar dos temas: la protección de la Antártica y el cuidado de los océanos. También, indicó un conjunto de temas que serían parte de una agenda de trabajo nacional con miras a la COP25, como la descarbonización, la eficiencia energética, la electromovilidad, la Ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, el Servicio Nacional Forestal, solo por nombrar algunos.
En el ámbito nacional, durante el mes de abril comenzó a sesionar el Consejo Asesor Presidencial COP25, cuyo propósito era realizar observaciones y propuestas a los lineamientos de trabajo sobre la acción climática a nivel nacional e internacional presentada por el Gobierno. También, en el mismo mes, se conformó el Comité Científico coordinado por Maisa Rojas, el que se organizó en siete mesas temáticas, dos de ellas transversales (adaptación y mitigación) y cinco sectoriales (agua, biodiversidad, ciudades, criósfera y océanos). El mandato para el Comité Científico, fue identificar la evidencia científica y entregar recomendaciones que puedan apoyar el diseño de políticas públicas en cada una de las siete áreas temáticas abordadas. Durante la COP25 celebrada en Madrid, el Comité Científico hizo entrega al ministro de Ciencia un resumen de los informes en que trabajaron, denominado “Informes de mesas científicas: resumen para tomadores de decisiones”.
En el ámbito de la sociedad civil, desde el Gobierno y, particularmente, el MMA se convocó a varias reuniones a las organizaciones, con el propósito de entregar información sobre lo que sería la COP en Chile, cuáles serían los espacios de participación, pero también para recoger información sobre cuáles eran las preocupaciones y demandas de este sector. Este trabajo quedó completamente truncado tras el estallido social y el cambio de sede de la COP25 desde Santiago a Madrid.
Por otra parte, y con el propósito de organizar la cumbre paralela, un grupo de organizaciones nacionales y locales conformaron la plataforma SCAC. Estas organizaciones trabajaron durante el año preparando lo que sería la Cumbre Social por la Acción Climática, la que se desarrolló en Santiago de forma paralela a la COP25 de Madrid. Un hito importante de esta reunión fue el lanzamiento Manifiesto Latinoamericano por el Clima, que fue elaborado en conjunto con organizaciones de la región y en el cual se realizaron diversas demandas ambientales.
Entre enero y mayo, el Gobierno convocó a talleres y reuniones con el propósito de recibir insumos para la elaboración del ante-proyecto de la Ley Marco de Cambio Climático. Luego, entre el 18 de junio y el 31 de julio, estuvo en consulta pública un borrador de la ley y, según lo señalado por el propio Gobierno, recibió más de 3.000 observaciones. En términos generales, desde la MCCC planteamos que es necesario destacar el sentido de urgencia que requiere la acción climática y la vulnerabilidad de Chile a los efectos del cambio climático; que las acciones de adaptación y mitigación que contempla la ley deben comprometerse en forma explícita con el respeto a los derechos humanos; que deben ser incorporadas medidas de restauración, regeneración y protección de la biodiversidad; que debe incorporar conceptos como transición justa y acciones a nivel local, pero, por sobre todas las cosas, que esta iniciativa legal debe contar con un presupuesto adecuado para su implementación. Durante la COP25, la ministra Schmidt anunció que el proyecto de Ley ingresaría al parlamento el 18 de diciembre, pero desde el MMA informaron que se retrasó su envío al Congreso Nacional para la primera quincena de enero de 2020.
También en el marco de la COP 25, inicialmente el gobierno anunció que Chile presentaría la actualización de su Contribución Nacional Determinada (NDC) en diciembre de 2019, pero luego señaló que haría la entrega a fines de marzo de 2020 ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Para la actualización de la NDC, desde 2018 se venía realizando un trabajo coordinado al interior del sector público, el cual, durante 2019, sumaría la información que proporcionaría el Comité Científico COP25. La actualización estuvo en consulta pública desde el 16 de octubre hasta el 2 de diciembre y aún no se conoce la cantidad de observaciones recibidas, ni tampoco los detalles de cómo continuará el proceso. Desde la MCCC, elaboramos un documento de trabajo, previo a conocer la propuesta de NDC presentada por el Gobierno y, además, realizamos observaciones específicas a la propuesta del Ejecutivo. En términos generales, podemos señalar que, pese a que esta NDC es mucho más ambiciosa que la presentada el 2015, no sigue las recomendaciones de la ciencia. Esto quiere decir: limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C hacia fines de siglo. En lo que se refiere a mitigación, la propuesta de Gobierno utiliza un presupuesto de carbono para Chile que nos sitúa en los 2°C hacia fines de siglo, lo cual es menos exigente y ambicioso que lo que se había planteado en un inicio.
Por otra parte, y con el propósito de organizar la cumbre paralela, un grupo de organizaciones nacionales y locales conformaron la plataforma SCAC. Estas organizaciones trabajaron durante el año preparando lo que sería la Cumbre Social por la Acción Climática, la que se desarrolló en Santiago de forma paralela a la COP25 de Madrid. Un hito importante de esta reunión fue el lanzamiento Manifiesto Latinoamericano por el Clima, que fue elaborado en conjunto con organizaciones de la región y en el cual se realizaron diversas demandas ambientales.
Ámbito internacional
La COP24 realizada en Katowice, Polonia, significó un leve avance en materia climática, pero importantes temas quedaron pendientes, pues hubo poco desarrollo de los temas de género, indígenas, finanzas y en el Artículo 6 del Libro de Reglas del Acuerdo de París, que tiene que ver con mercados de carbono. Es por esto que desde que Chile fue nominado a ser sede de la COP25, se sabía que el éxito o fracaso de esta reunión estaría relacionado con el logro de los acuerdos en dicho artículo.
Pero en el camino hacia la COP25, se realizaron importantes encuentros internacionales, todos con el propósito de relevar la urgencia por la acción climática y aumentar el compromiso por mayor ambición.
Entre el 17 y 27 de junio en Bonn, Alemania, se realizó la reunión intersesional SB50 de la CMNUCC. En ella, los gobiernos discutieron el Artículo 6 del Acuerdo de París, que ayudaría a los países a cumplir una parte de sus objetivos nacionales de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mediante el uso de los llamados “mecanismos de mercado”. Dicho artículo, es una de las pocas cuestiones que quedaron sin resolver el año 2018, tras la adopción de la mayor parte de las directrices del Acuerdo de París.
Tanto en esta reunión como en la que celebró pocos días después en Abu Dabhi (preparatoria a la Cumbre sobre Acción Climática que se realizó en septiembre en Nueva York), el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, y la secretaria ejecutiva de CMNUCC, Patricia Espinosa, hicieron un fuerte llamado a los líderes mundiales a comprometerse con más acción climática. Guterres señaló que en todo el mundo las personas están perdiendo sus hogares y se ven obligadas a migrar y que la situación “solo empeorará, a menos que actuemos ahora con ambición y urgencia”.
A estas reuniones le siguió la Semana del Clima de América Latina y el Caribe, que se llevó a cabo en Salvador de Bahía, Brasil, entre el 19 y 23 de agosto. Esta fue organizada por CAF- Banco de Desarrollo de América Latina y contó con la presencia de autoridades regionales, incluida la ministra Schmidt, cuyo propósito era abordar desafíos y oportunidades para la región en un escenario de cambio climático.
Luego, el 23 septiembre, se realizó en Nueva York la Cumbre de Acción Climática (Climate Action Summit) convocada por el secretario general de Naciones Unidas. Esta tuvo como propósito hacer un llamado político a los líderes mundiales para que acudieran a la cita con planes concretos y realistas para actualizar sus contribuciones al 2020, siguiendo la directriz de reducir en un 45% las emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030 y lograr la carbono neutralidad al 2050. Para acelerar las medidas y el cumplimiento del Acuerdo de París, la cumbre se organizó en nueve áreas de acción lideradas por 19 países. Estas fueron: mitigación; impulsores sociales y políticos; movilización pública y de la juventud; transición energética; transición industrial; infraestructura, actuación local y en ciudades; medidas basadas en la naturaleza; resiliencia y adaptación; financiamiento climático y fijación de precios del carbono. Este fue un evento de carácter más bien político y que no forma parte de las negociaciones en el marco de la CMNUCC.
Entre el 8 y 10 de octubre se llevó a cabo, en San José de Costa Rica, la Pre-COP, instancia destinada a fomentar el diálogo político y preparar el camino hacia las negociaciones que se efectuaron durante la COP25. En esta ocasión, el país anfitrión realizó importantes esfuerzos para promover la acción climática y una mayor ambición. En las conferencias de esos días, se abordaron temas relacionados con NDCs, estrategias de largo plazo, movilidad sostenible, soluciones basadas en naturaleza, océanos, género, derechos humanos, financiamiento, entre otros. Al encuentro asistieron delegaciones de países, así como representantes de la sociedad civil, gobiernos locales y representantes del sector privado.
COP25: de Santiago a Madrid
Luego del estallido social que se inició el 18 de octubre y que derivó en cientos de movilizaciones sociales en todo el país, el 30 de octubre, el Gobierno anunció que Chile no sería sede de la COP25. Un día después de este aviso, informó que la COP25 se llevaría a cabo en Madrid y que Chile continuaría teniendo la presidencia. Así, comenzó a complicarse lo que hasta entonces había sido un camino difícil, si se considera el poco tiempo de preparación que había tenido nuestro país para organizar esta reunión, a lo que se sumaba la poca experiencia y conocimiento de la ministra Schmidt en la materia. Durante los meses previos a este anuncio, fuimos testigos del compromiso, pero también de la precariedad e improvisación con que trabajaban los funcionarios ministeriales que pasaron a formar parte del equipo COP25. Muchas eran, hasta entonces, las dudas sobre si Chile estaría a la altura de organizar un evento de esta magnitud, pero en octubre todo cambió y la COP se canceló en Chile.
De los resultados no hay mucho que decir, la prensa ha estado inundada de análisis que dan cuenta del fracaso de esta reunión en términos de las negociaciones climáticas. Desde un comienzo estuvo claro que la vara de éxito o fracaso con que se mediría la presidencia de Chile en la COP25, estaba relacionada con el logro de los compromisos necesarios para comenzar la implementación del Acuerdo de París y, en particular, lo que se esperaba era cerrar las negociaciones sobre los mercados de carbono del Artículo 6. Sin duda, esta no era una tarea fácil, pues ya en la COP24, Brasil había jugado su rol bloqueando las negociaciones y posibles acuerdos, escenario que se repitió durante la COP25. Además, la presidencia de la COP fracasó en lograr comprometer a los países con metas voluntarias más ambiciosas a partir del 2020, menos del 50% de los países se comprometieron y, lo que es peor aún, entre estos no figuran los grandes emisores como India, China, Rusia, EE.UU., Japón, Australia y Brasil, responsables del 65% de las emisiones mundiales.
Desde el viernes 13 de diciembre, día en que se debía cerrar la COP, comenzaron fuertes críticas hacia la presidencia, pues lo textos preparados por esta fueron catalogados como un retroceso y duramente criticados, y lo mismo ocurrió al día siguiente con los nuevos textos presentados. Fue entonces cuando la ministra de Transición Ecológica de España, Teresa Ribera, salió en ayuda de la presidencia y en 6 horas logró generar los acuerdos que quedaron plasmados en el documento “Chile-Madrid, Tiempo para la Acción”.
Luego de esto, aumentó la reprobación hacia Chile y, frente a este fracaso, desde distintos países y sectores se multiplicaron los reclamos sobre una mayor ambición y acción climática, como también la incorporación de temas de derechos humanos y de lo que destaca la ciencia. Desde Latinoamérica y el Caribe han surgido juicios a la presidencia de la COP, por marginar a los países de la región de algunas negociaciones. Si hay algo que se puede decir desde la sociedad civil, es que esta cumbre de cambio climático no representó a la región latinoamericana como se esperaba, tampoco fue por más ambición y por tanto no estuvo a la altura de la emergencia climática que enfrentamos como planeta.
INFORMES IPCC 2019
Los nuevos informes del IPCC sobre Tierras, y Océanos y Criósfera, dados a conocer en agosto y septiembre de este año, respectivamente, revelan conclusiones alarmantes. Las evidencias y proyecciones científicas dan cuenta de las graves consecuencias a las que el planeta se verá enfrentado si el escenario actual no se revierte.
Los océanos se calientan y acidifican, los glaciares y capas de hielo se derriten y el nivel del mar aumenta, todo a un ritmo sin precedentes, necesitándose cambios drásticos que limiten el aumento de la temperatura a nivel global. Según el informe, se debe reducir la presión sobre los océanos y regiones congeladas a través de la protección, restauración, y gestión sostenible de los recursos. Por su parte, las tierras y los suelos se encuentran bajo una presión creciente del ser humano que el cambio climático acentúa. Según el informe, el uso más sostenible de la tierra, la reducción del consumo excesivo y el desperdicio de alimentos, la eliminación de la tala y la quema de bosques, la prevención de la recolección excesiva de leña y la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero encierran un verdadero potencial, que contribuirá a resolver las cuestiones del cambio climático relacionadas con la tierra.
Descarga el Balance Ambiental 2019: del optimismo a la decepción.