Chile y la Antártica: una historia de varios siglos

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Foto: Pixabay.

En 2020 se cumplen 80 años desde que, durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, se fijaran los límites de nuestro país en este territorio. Destacados historiadores y expertos profundizan en los vínculos más importantes con esta geografía austral. Fuente: El Mercurio, 30 de agosto de 2020.


Cuando en 1947 se fundó la Base Soberanía -hoy Base Naval Arturo Prat-, Chile pasó a ser una de las primeras naciones presentes en el territorio antártico. Posteriormente, en 1959, nuestro país fue uno de los 12 Estados firmantes originales del Tratado Antártico y a lo largo de las últimas décadas ha tenido un rol ininterrumpido y destacado en el sexto continente, con labores en torno a la preservación del medio ambiente, la fiscalización de la pesca ilegal y el desarrollo científico.

Hace unos días, y luego de un trabajo que superó una década y que tomó seis años de tramitación legislativa, el Congreso despachó un texto sistematizado y moderno de la legislación antártica chilena, ratificando la soberanía nacional y reiterando la delimitación practicada en 1940. Se trata de otro paso relevante en la larga historia de la relación de nuestro país con esta cautivamente geografía austral.

Tal como lo consigna el sitio Memoria Chilena de la Biblioteca Nacional, hay que remontarse a la Antigua Grecia, donde los griegos creían en la existencia de un vasto territorio ubicado al sur del mundo al que denominaban Antarktikós. Esta idea estuvo presente en el imaginario europeo durante años y recobró fuerza en el siglo XVI, cuando se hizo conocida la denominación Terra Australis Ignota, que hacía alusión a las tierras ubicadas más allá del territorio conocido.

Luis Valentín Ferrada Walker, doctor en derecho, académico de la Facultad de Derecho de la U. de Chile y asesor en temas antárticos del Ministerio de Relaciones Exteriores, se retrotrae a la Colonia, cuando las bulas papales del siglo XV dejaron en posesión del reino español las tierras del sur, las que posteriormente pasaron a jurisdicción de la Capitanía General de Chile. ‘Toda la historia tiene que partir con las bulas papales y el Tratado de Tordesillas que dividió al mundo en las áreas de influencia de Castilla y Portugal. Es la primera vez que la Antártica aparece en un documento jurídico internacional y se trazan las líneas de limitación’, afirma a ‘Artes y Letras’. Posteriormente se otorgaría una capitulación sobre la Terra Australis al conquistador español Pedro Sancho de la Hoz, ‘quien en un momento bastante novelesco de nuestra historia cede, en San Pedro de Atacama, esta capitulación a Pedro de Valdivia y luego la Antártica se incorpora a Capitanía General del Reino de Chile. El vínculo con nuestra nación es antiquísimo’, dice el profesor de derecho.

Consuelo León Wöppke, doctora en historia, quien fuera docente de la U. de Playa Ancha y autora de numerosos libros y artículos de la especialidad, añade que desde el inicio de nuestro período republicano una sucesión de hitos demuestra que ‘nuestra vocación antártica nunca fue transitoria, sino permanente’.

León detalla manifestaciones concretas; entre otras, la carta de Bernardo O’Higgins al capitán británico Coghlan, y la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, en 1847. ‘Todas estas directrices tempranamente configuran y marcan un futuro quehacer antártico nacional, que pronto se evidenciará con la experiencia marinera y de salvatajes que se consolida en Punta Arenas, y que permitió -entre tantos otros- la acción del piloto Pardo al rescatar a los náufragos del ‘Endurance’, hazaña náutica de reconocimiento mundial’, explica.

Rodrigo Moreno Jeria, director del Departamento de Historia y Ciencias Sociales de la U. Adolfo Ibáñez, se suma a este recuento y afirma que nuestro principal vínculo se remonta a los tiempos coloniales, en los que se asocia a Chile ‘como una continuidad hasta la Terra Australis, antecedente previo al descubrimiento de la Antártica’.

El académico considera que tras la Independencia el territorio magallánico fue una tarea pendiente, ‘siendo determinante la fundación del fuerte Bulnes en 1843 y Punta Arenas en 1849, los hitos que conforman los pilares de nuestras aspiraciones antárticas republicanas’.

Hacia fines del siglo XIX, Luis Valentín Ferrada Walker describe ciertos hitos normativos, ‘como el mapa de Bertrand de 1884 destinado a las escuelas primarias de la república que incluye la península Antártica como parte de nuestro territorio. Posteriormente, a partir de 1892 se regula la caza de focas en el extremo sur americano y en la Antártica. Chile, de esta manera, llega al siglo XX con un bagaje jurídico importante sobre el continente austral’, expresa el profesor de la Facultad de Derecho.

Entre otros momentos clave del siglo XX, en noviembre se conmemoran los 80 años desde que, durante el gobierno del presidente Pedro Aguirre Cerda, se establecieran los límites de la Antártica Chilena. Ferrada Walker señala como antecedentes previos que Gran Bretaña y Noruega, entre otros países, habían manifestado contar con su propia delimitación. ‘Chile retoma entonces una labor iniciada en 1906 y reacciona. Es muy importante destacar la labor del asesor de la Cancillería de ese entonces, el profesor Julio Escudero, quien juega un rol preponderante. A él se le pide que analice, que haga un estudio y una propuesta que finalmente es aprobada por Pedro Aguirre Cerda’, dice el docente de la U. de Chile, y agrega que ‘la tramitación de este decreto es interesante. Se promulga el 6 de noviembre de 1940. Se da a conocer por el diario La Nación y produce una fuerte reacción internacional. Inglaterra reclama, pero el decreto no se publicó de inmediato en el Diario Oficial. Guardó un período de cajón y 15 años después, cuando se produce la demanda de Reino Unido contra Chile y Argentina, en dos juicios paralelos y ante la Corte Internacional de Justicia, el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo decide reactivar la política antártica chilena y finalmente el decreto del año 40 se publica en 1955’.

Un factor de chilenidad

Consuelo León Wöppke señala que no estamos ante un hecho fortuito ni improvisado, sino ante el producto de profundas reflexiones y acciones ‘realizadas por el presidente Aguirre Cerda e inserto en una proyección mayor de un futuro quehacer antártico nacional. Por otra parte, por entonces la prensa presionaba en cuanto a que se debían ‘fijar con exactitud los límites’; es decir, existía una presión periodística y un genuino interés ciudadano’.

La investigadora destaca que durante todo el proceso de demarcación de nuestros límites antárticos el gobierno de Aguirre Cerda trató ‘infructuosamente de mantener una estrecha concordancia y sintonía con Argentina, llegando a proponer hacerlo de común acuerdo con la nación trasandina antes de la conferencia panamericana de La Habana. Después, una vez dado a conocer el mencionado decreto, se consideró incluso la posibilidad de hacer un condominio con Argentina para la administración de la denominada entonces ‘Antártica sudamericana’. Lamentablemente, el fallecimiento de Aguirre Cerda y la situación bélica internacional solo pospuso -pero no detuvo- el accionar antártico nacional’.

En 2020 también se cumplen 71 años de la visita del mandatario Gabriel González Videla a la Antártica. Fue la primera vez, a nivel mundial, que un presidente pisaba ese territorio austral. Consuelo León considera que, más allá del impacto internacional que se consiguió, ‘su trascendencia tiene que ver con la actitud presidencial de arriesgar su vida y la de su familia para dejar en claro al mundo que aunque éramos un pequeña nación sudamericana, con nuestros limitados medios, teníamos la decisión y la voluntad de hacer respetar nuestros derechos. Tal actitud llegó al corazón del pueblo chileno, quedando demostrado en las fervorosas manifestaciones populares que lo recibieron a su regreso. Ello demuestra también que la Antártica era una pieza central de la chilenidad’.

Todo este contexto -a juicio de Luis Valentín Ferrada- va sumando elementos que revelan la imperiosa necesidad de alcanzar el Tratado Antártico en 1959, donde los Estados signatarios, en medio de la Guerra Fría, se comprometen al uso exclusivamente pacífico del continente. ‘El artículo cuarto logra arbitrar, sin solucionar el problema de la soberanía sobre la Antártica, ya que suspende las controversias territoriales en pos de la paz’, dice. El académico de la U. de Chile advierte que nuestro país ‘ha sido capaz históricamente, gracias a su diplomacia, de tener un rol más incidente en este territorio. Tanto el Ejército como la Armada y la Fuerza Aérea han desarrollado una capacidad muy importante para operar ahí. El Instituto Antártico Chileno hace una labor excepcional para promover la ciencia, y la Cancillería, con su Dirección Antártica, cumple un trabajo importante para influir en los foros. Hoy tenemos más de 15 programas universitarios trabajando en torno a la ciencia en la Antártica. Es evidente que Chile está haciendo mucho, pero tenemos que hacer más, como, por ejemplo, refaccionar todas nuestras bases’.

De acuerdo a Rodrigo Moreno, estamos ante un espacio fundamental para el mundo. Chile, por su cercanía y conexión directa, ‘es y debe seguir siendo un actor relevante entre aquellos países que declaran derechos soberanos. De hecho, no es casualidad que tengamos la ciudad más austral del mundo -aparte del poblamiento en el propio continente antártico- que es Puerto Williams y, por supuesto, con Punta Arenas como sede del Instituto Antártico Chileno. Por lo tanto, el territorio antártico debe constituir una pieza clave en la mirada geopolítica del país’, concluye.


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Etiquetas: antartica Destacado