Chile y el clima, un año después de la COP25

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Ha pasado casi un año desde la celebración de la COP25. Justo por estas fechas hace 12 meses, se anunciaba que el lugar de celebración sería Madrid y no Santiago de Chile. Analizamos lo que ha ocurrido con la lucha por el clima en Chile desde el año pasado, en un tiempo marcado el coronavirus que ha puesto en el foco la necesidad de una gobernanza mundial capaz de afrontar problemas globales. Fuente: El Ágora Diario, 22 de octubre de 2020.


Hace apenas un año, Chile se preparaba para acoger la COP 25, la gran cumbre del clima que reuniría a todos los países del mundo para avanzar en la agenda global contra las emisiones. Desde entonces, muchas cosas han ocurrido que han cambiado radicalmente la percepción mundial sobre la crisis climática, entre ellas una pandemia de coronavirus que ha mostrado hasta qué punto el mundo está interconectado y depende de eficientes medidas de cooperación internacional, de gobernanza y de cooperación entre actores diversos, es decir, el objetivo que promueve precisamente el ODS17 de la ONU, titulado Alianzas para lograr los Objetivos.

Pero ya antes de la irrupción del coronavirus, la COP25 había sufrido sorpresas y sobresaltos. El 18 de octubre de 2019 se iniciaba en Chile el llamado “estallido social”, una serie de altercados que provocó que la COP25, cuyo huésped sería Chile en diciembre de 2019, migrara a España como lugar de celebración.

A esta cita acudieron delegaciones de todo el mundo, buscando llegar a acuerdos en materia de cambio climático. Por su parte, Chile, en su calidad de país presidente de dicha conferencia, acudía con una ambiciosa agenda de trabajo.

Esta agenda chilena puso su énfasis en cumplir ocho objetivos: Acción; Ambición; Ciencia; Océanos; Género; Jóvenes; Pérdidas y Daños y acuerdos en la contabilidad de emisiones de gases de efecto invernadero por países recogidos en el Artículo 6 del Acuerdo de París. Por lo que finalizada la COP25, estos puntos pudieron visualizarse en diversos acuerdos alcanzados en este evento.

Lo conseguido en la COP25

El primero de ellos fue establecer un compromiso para el 2020, en que los países debían presentar planes de reducción de emisiones de carbono “más ambiciosos”, con el fin de responder de mejor manera a la emergencia climática. Estos compromisos se entregarían en la COP26 que iba a celebrarse en Glasgow (Reino Unido) a finales de este año 2020, pero que ha tenido que ser aplazada hasta 2021 por el coronavirus.

En este punto cada país debe abordar la brecha entre la recomendación de la ciencia, para evitar el peligro del cambio climático, y el estado actual de sus propias emisiones. El problema es que no todos los países se plegaron a este compromiso, como Estados Unidos, China e India, por ejemplo, grandes emisores de gases de efecto invernadero.

El segundo acuerdo importante se relaciona con el rol de la ciencia, pues se reconoce que cualquier política climática debe ser permanentemente actualizada en base a los avances de ésta. Fijando al conocimiento científico como el “eje principal” para focalizar las decisiones climáticas de los países.

Otro punto se focalizó en relevar la importancia de mantener el equilibrio de los océanos y del uso de suelo, a fin de mantener el buen funcionamiento del sistema climático. Un tema que generó en su momento álgidas discusiones, especialmente de Brasil, quien no estaba de acuerdo con algunos párrafos.

Pero a pesar de estos y otros avances, al finalizar la COP25, el gobierno de Chile declaró no estar satisfecho con los resultados alcanzados, pues no existió la voluntad para llegar a los consensos necesarios que permitieran aumentar categóricamente la ambición por la acción climática.

Así y todo, Chile había puesto sus esperanzas en este 2020, principalmente para alcanzar los consensos y acelerar la acción climática, buscando continuar con los avances, con miras a la COP26, donde dejaría la presidencia y qué mejor que hacerlo con un legado de acuerdos más robustos que el alcanzado a fines de 2019.

Sin embargo, este 2020 ha transcurrido al ritmo impuesto por la pandemia, lo que no ha puesto fácil precisamente avanzar en la tarea. A pesar de ello son varios los avances obtenidos, especialmente en lo que se refiere a las propias medidas internas que Chile debe adoptar internamente para estar en primera línea de lucha contra el cambio climático.

Un 2020 para trabajar por el clima

En enero de 2020 comenzó en Chile el proceso de tramitación del Proyecto de Ley Marco de Cambio Climático (PLMCC) en el Senado. El PLMCC establece, entre otras materias, una meta de carbono neutralidad para el año 2050. Este mes de agosto fue aprobada por unanimidad la idea de legislar al respecto.

Con esto terminó la etapa de discusión en general del PLMCC en la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Nacionales del Senado, donde el proyecto fue discutido junto a distintos actores del mundo social, académico, privado, público e internacional. A la fecha, se siguen actualizando indicaciones al respecto, tras haber empezado con la discusión en particular.

Y en relación a esta meta de carbono neutralidad para 2050, el gobierno conformó, a inicios de este mes de octubre de 2020, el Comité Asesor por la Acción Climática que elaborará la estrategia en esta materia y que reúne a 27 actores que aportarán en la elaboración de la Estrategia Climática de Largo Plazo (ECLP). Este instrumento definirá, con un horizonte a 30 años, cómo Chile transitará hacia un desarrollo neutro en emisiones y resiliente.

Esta Estrategia se basará en cuatro pilares: Ciencia; Costo-efectividad; Integración y dimensión Social, y considera en su proceso de elaboración participativa más de 80 talleres e instancias de construcción en las que intervendrán actores provenientes del sector público, privado, academia y sociedad civil, asegurando que en toda instancia participativa se cuente con la representación de actores regionales, jóvenes y comunidades, además de cumplirse con criterios de género.

Por otro lado, en abril de 2020 el gobierno de Chile hizo entrega oficial de la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Este documento es una obligación establecida por el Acuerdo de París, y contiene los compromisos para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) al 2030 y enfrentar los impactos del cambio climático.

En esta entrega, la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, indicó que “cuando superemos la crisis, entraremos en una etapa de reactivación que debe ser sustentable, donde los planes de recuperación deben considerar como factor fundamental la crisis climática y su impacto social sobre las personas y el territorio”. La titular de Medio Ambiente, que fue precisamente quien ejerció la presidencia institucional de la COP25 añadió: “Este es un momento clave, por eso presentamos nuestra nueva NDC, con metas y compromisos ambiciosos que permitan enfocar nuestros planes de recuperación con un objetivo claro: avanzar a paso firme en la transformación hacia una economía baja en emisiones y resiliente al clima, con grandes ventajas sociales, ambientales y económicas para mejorar la calidad de vida de las personas”.

Esta Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) de Chile establece metas en cuatro pilares: mitigación, adaptación, integración y, por primera vez, un pilar social que permea los otros tres para encausar el desarrollo hacia bajas emisiones y resiliente, poniendo el foco en el impacto sobre la vida de las personas en sus territorios.

Sin embargo, y a pesar de los avances que este año muestra el gobierno, diversas voces, especialmente del mundo científico, recuerdan lo vivido en la COP25 y expresan su poca satisfacción ante los acuerdos concretados hasta el momento por la comunidad internacional.

Es el caso del oceanógrafo José Luis Iriarte, quien en la COP25 participó como ponente exponiendo los impactos del cambio climático sobre el cono sur del continente americano y la Antártida: “Lo hemos dicho de varias maneras: la evidencia científica es contundente e irrefutable. No se entiende cómo en esta oportunidad los gobiernos (195 países) no llegaron a compromisos de acciones potentes para seguir avanzando. Chile liderando la COP25 fue débil en su intento por convencer a las grandes potencias. El fracaso es de todos los gobiernos”.

 


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