Estudios realizados con la NASA han confirmado que los bosques de la Patagonia son un pulmón del mundo tan importante como la Amazonía. En Chile, actividades humanas como el uso de árboles nativos para leña o la instalación de parcelas en el sur, deterioran estos bosques. Fuente: El Desconcierto, 7 de septiembre de 2024.
Hasta la NASA lo confirma: los bosques de la Patagonia son un pulmón del mundo. Cada hectárea de estos bosques captura casi 100 toneladas de carbono, superando incluso a la capacidad de almacenamiento de carbono que tiene la Amazonía. Pero actividades humanas como el floreo para leña o el aumento de parcelaciones amenaza la salud de estos bosques.
Así lo explica el investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB), Juan Luis Celis, que identifica tres tipos de amenaza para los bosques lluviosos del sur de Chile: cambio de uso de suelo que reemplazan el bosque por otra actividad, deterioro en la salud de los bosques existentes, y el cambio climático que intensifica ambos procesos.
Para el investigador, una de las prácticas que representan una amenaza para los bosques de la Patagonia es el “floreo” para leña, donde se cortan árboles para suministrar leña para calefacción. Esto ocurre ya que en el sur del país la principal forma de calefaccionar los hogares es usando leña, y muchas veces leña nativa.
“Es una práctica muy común en el sur, y hay mucho floreo ilegal pero también legal para fines comerciales y se hace a través de planes de manejo de Conaf. Se van sacando árboles y para sacarlos hay que abrir caminos, llevar a veces animales, usar carretas de bueyes, usar maquinaria y todo eso va deteriorando los bosques, y al avanzar se va metiendo en zonas cada vez más prístinas del bosque”, comenta.
Según el investigador, se está trabajando en propuestas para fortalecer los planes de manejo de Conaf para esta actividad. “Desde mi punto de vista como ecólogo, estos planes de manejo tienen un sesgo muy forestal aún; se fijan en la biomasa forestal pero no en el bosque como un ecosistema compuesto por interacciones entre especies y donde una pequeña alteración puede generar un desequilibrio”, explica.
Otro fenómeno que ha crecido exponencialmente en el sur del país, sobre todo a partir de la pandemia, es la parcelación de suelos naturales para vender parcelas. Esta actividad, que se vale de vacíos en la ley que hoy están intentando cerrarse, ha provocado la generación de zonas urbanizadas en suelos que no tienen la infraestructura ni la capacidad de absorber esa carga.
“Para las parcelaciones se abren caminos, a veces la gente corta los árboles para poner una casa, aumenta el uso de agua, no se gestiona bien el alcantarillado o la basura y todo eso va generando un deterioro en los bosques, y es algo que está ocurriendo en la Patagonia”, comenta Celis.
Así, el reemplazo del bosque por otros usos de suelo, fragmenta los ecosistemas y esto los degrada. A su vez, el cambio climático amplifica la degradación acentuando fenómenos como la sequía o generando condiciones propicias para que los incendios forestales se generen y extiendan.
Estos desequilibrios y el deteriorio de los bosques también se suma a la presencia de especies exóticas invasoras, que ingresan en bosques degradados y colonizan los suelos, impidiendo que se recuperen. Es el caso del espinillo, un arbusto de flor amarilla que se ha extendido en el sur del país y en la Patagonia norte.
En el extremo sur del país, en Magallanes, una especie invasora que amenaza los bosques patagónicos es el castor, que corta los árboles para generar diques y genera grandes cambios en el curso de los ríos, el ciclo hidrológico y la salud de los bosques.
Por último, el cambio climático aumenta la sequía y el aumento de temperatura; condiciones que se van manifestando cada vez más al sur del país. Esto ha llevado a que actividades humanas también avancen hacia el sur, presionando aún más el bosque nativo.
«Distintas actividades se han ido desplazando hacia el sur, como las forestales y las agrícolas, entonces todas esas cosas que vemos en el centro dle país, y toda esa presión es una amenaza latente que se acerca cada vez más al sur, donde se concentra la amyoría de la biomasa forestal nativa del país. Tenemos que estar preparados para ello y generar políticas», declara Celis.
Además de fomentar una mirada ecosistémica en los planes de manejo de Conaf, el investigador apunta a la necesidad de disminuir la demanda de leña para calefacción, mejorando la aislación de las casas en el sur del país y migrando hacia formas de calefacción que dependan de energía renovable, para lo cual es importante hacer estos métodos más accesibles a la ciudadanía.
“También es importante una política de ordenamiento territorial, para no usar el suelo de acuerdo al mercado sino en función de la biodiversidad que hay en cada lugar, y generando corredores biológicos o áreas de conservación. Lo otro es regular los loteos. Para ello hay muchas iniciativas sobre la mesa, pero como también hay muchos intereses económicos en juego, es difícil avanzar hacia una política de mediano y largo plazo en el país”.