Reservas marinas ayudan a mitigar los impactos del cambio climático

Gobierno chileno confirma que escuelas impartirán clases sobre cambio climático
19 junio, 2017
Cambio climático: temperatura de la Tierra podría aumentar en 15 años
23 junio, 2017

Las áreas marinas altamente protegidas pueden ayudar a mitigar los efectos del cambio climático y a los ecosistemas y las...


Las áreas marinas altamente protegidas pueden ayudar a mitigar los efectos del cambio climático y a los ecosistemas y las personas a adaptarse a cinco impactos clave del calentamiento global: la acidificación de los océanos, la subida del nivel del mar, el aumento en la intensidad de las tormentas, los cambios en la distribución de las especies y la disminución de la productividad y la disponibilidad de oxígeno en el agua marina.

Así lo asegura un equipo internacional de 12 científicos de Arabia Saudí, Bélgica, Canadá, Chile, Estados Unidos, México y Reino Unido en un estudio publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, que evalúa las investigaciones revisadas por pares sobre el impacto de las reservas marinas en todo el mundo.

El estudio indica que las reservas marinas también pueden promover la captación y almacenamiento a largo plazo de carbono de las emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en los humedales costeros, lo que ayuda a reducir el impacto del cambio climático.

Actualmente, sólo un 3,5% de los océanos están reservados para su protección y apenas un 1,6% se encuentran completamente protegidos de la explotación. Grupos internacionales trabajan para elevar ese porcentaje al 10% en 2020, si bien delegados del Congreso Mundial de la Naturaleza del año pasado acordaron que al menos un 30% de la superficie marina debería estar protegida en 2030.

Los científicos señalan que las reservas marinas y las áreas marinas protegidas protegen las costas de la elevación del nivel del mar, las tormentas y otros episodios climáticos extremos; ayudan a compensar las disminuciones en la productividad de los océanos y la pesca provocadas por el cambio climático, ofrecen refugios a las especies y ayudan a combatir la acidificación.

“Muchos estudios muestran que las reservas marinas bien gestionadas pueden proteger la vida silvestre y apoyar la pesca productiva, pero queríamos explorar ese cuerpo de investigación a través del cambio climático. Ver si esos beneficios podrían ayudar a mejorar o retrasar sus impactos”, apunta Callum Roberts, del Departamento de Medio Ambiente de la Universidad de York (Reino Unido).

Roberts indica que “pronto quedó claro que pueden ofrecer al ecosistema oceánico y a las personas beneficios cruciales de resiliencia al rápido cambio climático”.

UN 30% DE PROTECCIÓN

Investigaciones publicadas anteriormente revelaron que las reservas marinas pueden promover la recuperación rápida de especies explotadas y los hábitats degradados, a la vez que salvaguardan los ecosistemas intactos.

Esos beneficios son mayores en reservas grandes, bien establecidas y gestionadas, que cuentan con una protección total de actividades como la pesca y la extracción de petróleo y minerales, lo que aporta ventajas adicionales a la conservación de los ecosistemas.

El nuevo estudio muestra que proteger más el océano también mejorará las perspectivas de recuperación ambiental después de que las emisiones de gases de efecto invernadero estén controladas, lo que refuerza el objetivo de protección de los océanos de Naciones Unidas se eleve del 10% al 30% de las áreas marinas protegidas, para lo cual es necesario que se declaren muchas más zonas de este tipo y lugares protegidos más allá de las jurisdicciones nacionales.

“Éramos muy conscientes de que las reservas marinas pueden aumentar la abundancia de especies y ayudar a aliviar la escasez de alimentos, pero nuestra evaluación demostró que las reservas son una estrategia viable de bajo coste y de adaptación rentable que produce múltiples beneficios conjuntos de escala local a global, mejorando las perspectivas para el medio ambiente y las personas en el futuro”, apunta Beth O’Leary, de la Universidad de York y coautora del estudio.

Fuente: El Economista


Publicado en: Noticias

Etiquetas: