Estudiando los gases de efecto invernadero

Argentina ratificó el Acuerdo de París
5 septiembre, 2016
Brasil ratifica el acuerdo de París
13 septiembre, 2016

Vapor y humo salen de una estación de energía de carbón en Gelsenkirchen, Alemania, en diciembre de 2006. Un nuevo informe de un grupo científico internacional presentado el viernes 27 de septiembre de 2013 revela que la actividad humana es la principal causa del calentamiento global observado desde la década de 1950. (Foto AP/Martin Meissner, Archivo)

En el Laboratorio de Biogeoquímica de Gases de Efecto Invernadero (LABGEI) de la PUCV se investiga cómo la producción de...


En el Laboratorio de Biogeoquímica de Gases de Efecto Invernadero (LABGEI) de la PUCV se investiga cómo la producción de CO2, óxido nitroso y metano afecta a diversas zonas de la Antártica, los fiordos, los montes submarinos, los salares, los ríos, Isla de Pascua y frente a Valparaíso.

Los Gases de Efecto Invernadero (GEI) tienen la particularidad de absorber calor y hacer que en la superficie de la Tierra haya altas temperaturas. En su ausencia habría 18 grados bajo cero, y la vida, si hubiera evolucionado, probablemente no sería como se conoce. Este mecanismo, mediante el cual nuestro planeta guarda calor permitiendo condiciones óptimas para la vida, se conoce como Efecto Invernadero.

Varios de los GEI se producen de manera natural, entre ellos, el dióxido de carbono (CO2), el metano, el óxido nitroso y el ozono. Sin embargo, sus concentraciones naturales se han incrementado drásticamente durante los últimos setenta años como consecuencia de actividades antropogénicas, es decir, que realizan los seres humanos, tales como la quema masiva de combustibles fósiles para obtener energía, la tala de bosques y el cambio en el uso del suelo.

«Nuestras actividades han aumentado esos gases que son capaces de retener el calor y además, hemos incorporado otros que son incluso más poderosos que los naturales como los clorofluorocarbonos. Eso sería el principal responsable de que aumente la temperatura en la Tierra», explica la doctora Marcela Cornejo, académica de la Escuela de Ciencias del Mar de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso e investigadora del Instituto Milenio de Oceanografía.

En el Laboratorio de Biogeoquímica de Gases de Efecto Invernadero (LABGEI) que dirige, la experta en oceanografía química realiza, junto con otras mujeres de ciencia, investigaciones en diversas zonas —la Antártica, los fiordos, los montes submarinos, los salares, los ríos, Isla de Pascua y frente a Valparaíso, entre otras— para determinar cómo funciona cada una respecto de la producción de tres Gases de Efecto Invernadero en particular: el CO2, el óxido nitroso y el metano.

«Las investigaciones científicas muestran que en el océano y los continentes se producen GEI, pero no de manera homogénea, ya que depende de diversos factores, tanto físicos como biológicos. No es posible determinar la producción natural de estos gases de forma global teniendo como referencia un solo punto», sostiene la doctora Cornejo.

ZONAS DE MINIMO OXIGENO

En el LABGEI, las investigadoras estudian no solo cómo los GEI varían en cada zona, sino que también en el tiempo. Es así como han podido determinar que, frente a la costa de Chile, algunos de estos gases se producen considerablemente cuando existen bajas concentraciones de oxígeno.

Por una condición natural, en la zona costera existe una Zona de Mínimo Oxígeno (ZMO) donde las concentraciones de oxígeno decrecen y se producen altas cantidades de GEI. Esas zonas se caracterizan por ser muy productivas, con gran cantidad y diversidad de organismos. En el mundo existen tres principales ZMO: en California, en el mar de Arabia, y frente a Perú y Chile.

«Nuestra zona tiene una variabilidad. Por ejemplo, en verano hay una alta productividad biológica en superficie —como microalgas que hacen fotosíntesis— que consume dióxido de carbono. Sin embargo, en el invierno esa productividad disminuye y aumenta el dióxido de carbono».

A esto se suma el fenómeno de surgencia que lleva agua —con alto contenido de dióxido de carbono, óxido nitroso y metano— desde la parte baja del océano hacia la capa superficial. Posteriormente, esos gases se liberan hacia la atmósfera. «Esto ocurre principalmente en primavera y verano. Estamos conociendo la dinámica de cómo va variando la producción de esos gases en el año», dice la investigadora.

EL PLASTICO Y EL GIRO DEL PACIFICO SUR

A fines de 2015, científicas del LABGEI se embarcaron en un crucero oceanográfico CIMAR desde las costas de Chile hacia Isla de Pascua en el centro del giro del Pacífico Sur, región donde debido a la circulación de las corrientes oceánicas, se acumula alto contenido de basura y plástico.

La investigación se enfocó en determinar qué sucede en esas partículas de plástico en relación con los microorganismos que viven en ese sustrato, ya que si bien esa colonización es natural, existe por la presencia del plástico generado por los seres humanos.

¿Quiénes habitan ese plástico?, ¿producen GEI?, ¿qué procesos metabólicos que producen GEI tienen esos organismos?, ¿qué pasa con la producción de esos gases que de otra forma no existirían?, se preguntaron. Los resultados de los experimentos en microplástico demostraron que, en algunos casos, existe producción de GEI y, por lo tanto, el favorecer esta producción también altera el equilibrio del medioambiente.

«Realizamos este tipo de estudios, porque es importante entender que todas nuestras acciones tienen una repercusión en la naturaleza y se hace necesario determinar su magnitud. Estamos agotando la capacidad que tienen los océanos para regular el clima y mitigar las consecuencias del efecto invernadero», concluye la doctora Marcela Cornejo.

Fuente: La Segunda